Destello 11
LA LUCHA ETERNA QUE MANTENGO CON EL MAR
Te encontré en el puerto sentada junto a las redes de los barcos. Los marineros se arremolinaron y te ofrecieron monedas. Los mirabas asustada, sin pronunciar palabra. Antes de que ellos sacaran las navajas, tiré de ti, pero tus piernas no respondían, te pesaban como una plomada.
Cuando despertaste a la mañana siguiente, caminaste hacia el porche. No te detuve, el sabor a sal de tu piel todavía en mi boca. La luz imprimía lunares y franjas en tu cuerpo, la brisa avivaba las cortinas en un fuego blanco. Evitaste su roce, y esa fue la barrera que te contuvo.
Un día el sonido de las olas se te hizo irresistible y traspasaste el jardín. Desde la cama vi cómo desaparecías, poco a poco, con cada escalón que conducía a la playa.
Siempre regreso al muelle, me lanzo al agua y, sumergido, grito tu nombre hasta quedar sin aire. Sé que volverás, emergiendo confundida, sin recordar nuestra casa ni quién soy.
La fotografía es de Jordi Bernadó.